El establecimiento de cuotas es un tema que genera abundante debate.
El 79% de los empresarios españoles se oponen a esta intención del gobierno para establecer cuotas de paridad en sus órganos de dirección, alegando riesgo en la productividad, según se desprende del informe Women in Business publicado por Grant Thornton y la revista Forbes.
La evidencia es que las mujeres siguen ocupando sólo el 27% de los puestos directivos en España.
El profesor de Economía en la Complutense y Subdirector de FEDEA afirma que “el principal argumento contra las políticas de discriminación positiva es creer que las mujeres mediocres van a desplazar a los hombres brillantes. Cuando la realidad es que los hombres mediocres son desplazados por las mujeres brillantes”.
En contra del establecimiento de cuotas, pues, están los que opinan que la capacitación y adecuación al puesto debe ser el único criterio para seleccionar a un candidato, independientemente de su género.
A favor, los que abogan por el establecimiento de sistemas que aceleren la incorporación de las mujeres a puestos para los que realmente no existen igualdad de oportunidades.
Según Alejandro Martínez Borrell, presidente de la Consultora Grant Thornton, España sufre un “estancamiento” y los países donde se han aplicado cuotas de paridad por Ley “están ya rozando la paridad total en puestos de alta dirección”. El ejemplo más reciente lo ha protagonizado California, al convertirse en el primer estado de EEUU en exigir, por Ley, que las empresas tengan al menos una mujer en su junta directiva antes de que finalice 2019 y que la proporción se eleve a 3 mujeres para 2021.
A nivel global, España se encuentra en el puesto 23, según el ránking. Causa sorpresa comprobar que Filipinas, con un 47% de mujeres directivas, Indonesia, con el 43% y Tailandia, con el 42% son los países más avanzados. A la cola están Japón (5%). Australia (15%) y Nueva Zelanda (18%).
La realidad es que, a veces, las medidas impositivas no consiguen los resultados esperados. Los verdaderos resultados se basarán en una auténtica convicción de las propias empresas sobre las ventajas de la diversidad, de la incorporación de todo talento a su productividad. Los directivos de las actuales empresas han de asumir que la incorporación de las mujeres a sus puestos directivos supone una ventaja y una oportunidad para hacer frente al futuro.
El esfuerzo debe dirigirse en liderar y promover un auténtico cambio en mentalidades y comportamientos, una evolución de gestión y cultura en el seno de las propias empresas para hacerlas auténticamente inclusivas. Todo ello sin dejar de insistir en la importancia del rol educativo como constructor del liderazgo femenino y auténtico detractor de barreras.
Sólo la acción combinada de todos los agentes implicados conseguirá el tan deseado, por nuestra parte, incremento de la presencia de las mujeres en los cargos directivos de las empresas. Como afirma Amparo Moraleda, Directora del Área Internacional de Iberdrola,” si la meritocracia y la auténtica igualdad de oportunidades fuesen la norma en el mundo profesional, no sería necesario ningún tipo de intervención…”
Mientras tanto, la polémica está servida.
Carmen Albalá, Arquitecto