Es sabido que todas atravesamos momentos, ciclos, años… donde vivimos con stress, con preocupaciones, con insatisfacción, con desvalorización.. lo que comúnmente llamamos vivir con malestar, pero lo que también es cierto y aunque parezca una falacia es que muchas mas personas de las que podemos pensar atraviesan “toda” una vida sintiendo el bienestar como una utopía o como un lejano anhelo del alma.
La filosofía y la religión son las disciplinas que han abordado la felicidad del hombre desde el origen de la historia, sin embargo es a partir del inicio del siglo XX cuando comienza a coger fuerza el concepto de Bienestar articulado por disciplinas principalmente psicológicas orientadas al Desarrollo Personal.
Todo trabajo de Desarrollo Personal consiste fundamentalmente en la mejora del conocimiento de la realidad de tu vida, la valoración propia de tus talentos, la mejora de tus competencias para el trabajo, el desarrollo de unas relaciones optimas, la optima relación con el dinero y la mensurable consecución de tus propias metas.
Dicho así, parece sencillo y dicho así parece que solamente hay que “ponerse manos a la obra” sin embargo la dificultad que he observado en mi práctica diaria y en mi practica profesional es precisamente el tomar conciencia de todo esto, lo difícil es volver a conectar con ese bienestar que en un momento de nuestra infancia silenciamos.
Nos hemos acostumbrado a vivir en el malestar, o mas bien diría que nos hemos olvidado de saber vivir desde la felicidad, a veces pareciera que el bienestar hubiera quedado olvidado en el mundo de las ideas de Platón, buscando reflejarse en algún lugar. Y como tal cual lo definía en el Mito de la Caverna, hasta que no entra la luz o la conciencia no es posible conocer la verdadera realidad.
En nuestra sociedad, buscamos ese reflejo de la felicidad en los placeres físicos, en la posesión de lo material, en el reconocimiento social o en los éxitos, sin embargo eso no tiene la suficiente fuerza, solo es un reflejo, es consecuencia de la desconexión que tenemos con nosotros mismos.
Vivimos llenos de distorsiones, de máscaras y de mundos virtuales … algo que recuerda al mundo de lo escénico, dicen que parte de nuestra existencia la dedicamos al Teatro de la Vida.
Nos encanta actuar, desempeñar un personaje, inventamos emociones: alegría fingida, cariños de poca monta, incluso inventamos tristezas, victimismos … actuamos dependiendo del papel que nos haya tocado en el reparto.
Me he encontrado con personas que no perciben con exactitud el origen de su malestar, porque no se permiten sentir, incluso yo misma a veces vivo conectada y otras veces vivo en modo automático. El trabajo del desarrollo personal consiste en ver la luz, es traer a la conciencia lo que antes no se sabia ni se veía en la propia vida.
Esta luz, esta conciencia o este despertar como algunos llaman, puede aparecer o bien lentamente o bien a través de un bofetón que nos da la vida; llámese despidos, separaciones, muertes, traslados, enfermedades… eso que normalmente solemos decir “tu que sabes… como duele esto” y es que a veces como no sea a través del dolor no ponemos manos a la obra, al igual que muchas veces solo descubrimos un tumor o una enfermedad que llevamos latente durante años solo por medio de un síntoma escandaloso. La única diferencia es que esta vez se trata de la enfermedad de nuestras emociones, de la enfermedad de nuestra alma.
Por eso yo abogo por la prevención de nuestra salud psíquica y emocional; incorporando un tiempo y un espacio al Desarrollo Personal como un área mas de vida, igual que dedicamos un tiempo y en espacio a la familia, a la salud, a la pareja, al trabajo, a los amigos, al ocio, a la búsqueda del éxito y al dinero
Trabajar el desarrollo propio, nos aporta conocer nuestros valores, ampliar la conciencia de quienes somos, conocer y entender nuestras emociones para que nos sirvan de guía, para que aprendamos a gestionarlas, para que no tengamos que reprimirlas, y podamos aprender a expresarlas de la mejor manera y así nos permita fluir por los trances duros o dolorosos que “si o si” hay que experimentar.
Además aprender a vivir desde la conciencia y desde la referencia personal es importante para ser uno mismo frente a los demás, para ser la singularidad ante el todo y al mismo tiempo para saber lo que cada uno aportamos a este mundo o a ese todo, en definitiva aprender a flexibilizar. La mujer por propia naturaleza a veces nos perdemos ahí, en el dar, en la entrega, a veces nos olvidamos de nosotras mismas.
Vivir desde el bienestar interior es igual de importante que vivir desde el bienestar externo físico o social, para estos dos últimos actuamos, nos movemos, nos esforzamos, nos hipotecamos, y ¿para nosotros, para nuestro bienestar psíquico y emocional que hacemos?
El bien común incluye la dignidad de la persona sobre cualquier otro aspecto, el respeto a sus emociones, incluye el bienestar personal. Es una responsabilidad conocernos, sentirnos y desarrollarnos porque hay un mundo que espera mejorar y eso solo es posible cuando el cambio viene desde dentro de cada una de nosotras.
María José Villalba Muñoz
Psicóloga transpersonal y Coach de Vida y Ejecutivo. Especializada en auto-conocimiento, gestión del cambio y liderazgo.
Acompaña a personas, emprendedores y directivos en sus procesos personales y desarrolla para empresas proyectos de liderazgo consciente.