Hoy en día no dejan de sucederse numerosa jornadas sobre diversidad de género en el mundo empresarial. Nos llegan continuamente convocatorias a través de Twitter, Linkedln y demás redes sociales.

Un hecho diferencial en el tratamiento de este tema es que, en el mundo de la Empresa, hombres y mujeres pueden aprender unos de otras y viceversa.

En mi opinión, los hombres podrían aprender de las mujeres que…. LOS DETALLES SON IMPORTANTES; y las mujeres podrían aprender de los hombres que…. LOS DETALLES NO SON TAN IMPORTANTES. Y es que ambos razonamientos son válidos, sobre todo, dependiendo de la cuestión y el momento, de modo que nuestras diferencias, en cuanto a las denominadas en el mundo empresarial, habilidades profesionales, no son más que una oportunidad de complementarnos y completarnos.

Que los hombres, en general, sean más analíticos, más dados a la determinación, más directos a la hora de tomar decisiones y que las mujeres sean, en general, más reflexivas, más tolerantes, más flexibles a la hora de trabajar en equipo, hace que contar en una empresa con ambos géneros sea del todo enriquecedor y, está demostrado, hace mucho más rentable su cuenta de resultados.

La semana pasada mi hija me confesó que tras ser escogida en un complicado proceso de selección para hacer unas prácticas en el banco de inversión Morgan Stanley de Londres, un joven, también seleccionado, le comentó que ella debía su selección al criterio de la propia empresa de reclutar, al menos, un 30% de mujeres (topamos con la polémica cuota).

La respuesta a este chico y a tantos que se  quedan con el titular de la cuota, sin profundizar, es un gran y contundente “OF COURSE”; o sea, admitirle que…¡ por supuesto ! Y la explicación es que la citada empresa, así como las mayores y mejores empresas del mundo, necesitan ya contar con, al menos en un porcentaje, todo lo que le puede aportar una mujer  por el hecho de ser mujer, además de su talento o capacidad profesional objetiva; cuestión que se le supone al superar el exigente proceso selectivo.

Tenemos que cambiar el discurso. Las empresas cada vez son más conscientes de la necesidad de incorporar esos valores que como mujeres aportamos. Ni mejores, ni peores: distintos a los valores masculinos y bastante complementarios a éstos. ¿Qué empresa va a querer renunciar a ellos?

Así que dejemos a un lado el discurso victimista y pongámonos, manos a la obra, a explicar, cuantas veces sea necesario, el motivo real por el que las empresas (llamativamente las más grandes y potentes, incluidas las empresas tecnológicas) reclaman ya, lejos del motivo de cumplir con la políticamente correcta cuota, la presencia de mujeres entre sus puestos destinados  a la toma de decisiones. Y es que necesitan equipos preparados donde, además del talento, confluyan tolerancia y determinación, reflexión y análisis,  afán de beneficio y colaboración. Esta diversidad consigue, según datos del Credit Suisse Institute, aumentar la propia rentabilidad de las empresas.

Y esa es la auténtica razón: las mujeres aportamos VALOR, además de talento y de la exigida preparación y capacitación profesional… Porque, en definitiva… ¡¡LOS DETALLES SON IMPORTANTES !!

Carmen Albalá
Arquitecto
@carmen_albala

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