Ayer la ciudad de Sevilla se despertó con la noticia del relevo del Arzobispo de Sevilla, D. Juan José Asenjo, que llegó a esta ciudad en noviembre de 2008, a ocupar el lugar de un arzobispo muy querido en Sevilla como fue Carlos Amigo.
Se ha escrito mucho sobre su hondura espiritual, su profundo amor al arte y al patrimonio, y su profunda formación académica. Su paso por Sevilla, se ha dejado notar, imprimiendo un carácter particular y personal a la diócesis. Su gran personalidad, le ha llevado a renovar en gran medida el funcionamiento de la misma, y a cuidar especialmente del seminario diocesano, así como haber logrado para Sevilla la Facultad de Teología.
Su relación con las hermandades se ha caracterizado por una relación profunda dirigida a las obras de caridad y a la evangelización que llevan a cabo entre los hermanos. Le tocó aprobar la salida de las mujeres, apoyando la plena igualdad de las mujeres en las cofradías.
También abrió la puerta a las mujeres, en un hito histórico en Sevilla, como fue que Charo Padilla, pronunciara el Pregón de la Semana Santa de 2018. Dejando claro que las perspectivas de la fe son tan válidas unas como otras y vienen a complementarse y enriquecer la razón fundamental que es el acercamiento a Dios.
Y sin duda, nos dejó huella su amor por el arte, el inmenso patrimonio de la Diócesis de Sevilla, promoviendo momentos únicos para la historia de esta ciudad como la Exposición de Murillo, en la Catedral de Sevilla, y los trabajos para la exposición Imago Solis, versión andaluza de “Las Edades del Hombre” un proyecto que lleva la marca de Asenjo, para llegar a Dios a través de la belleza y que esperamos poder disfrutar.
Hoy le hacemos este pequeño homenaje para agradecer su trabajo, y su compromiso con esta ciudad, y le recordamos cuando nos abrió las puertas del Palacio Arzobispal, con motivo del año Murillo en diciembre de 2017. Fue una visita para el recuerdo con un guía de excepción. Y nos habló del excelente trabajo que Ana Isabel Gamero, miembro del foro, llevaba a cabo como Conservadora de los bienes muebles de la Santa Iglesia Catedral y del Palacio Arzobispal.
Nos alentó a este grupo de mujeres a trabajar por la igualdad, y en defensa de una sociedad mas justa, y nos condujo a través de las grandiosas salas de Palacio, describiendo con la mayor humildad y admiración las obras de arte que acompañan la historia del edificio y la historia de Sevilla. Nos llevó a la capilla, a su despacho de invierno donde se encuentra el origen de “las inmaculadas” de Murillo, la obra La Inmaculada con Fray Juan de Quirós, de la que nos habló con una inmensa devoción a María, quien le llevó de la mano a través de los años. Ahora que inicia un nueva etapa de su vida, seguirá encontrando sin duda apoyos en el camino en medio de las dificultades, porque, tranquilamente, sin prisas, y con hondura espiritual, se ha ganado el corazón de Sevilla.
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